En el barrio comúnmente se decía: “Se hace el distraído (para ser correcto) para pasarla bien”. Ese encuadre parece caerle perfecto al joven radical Vladimir Braillard. Quien debido a su llegada a Cambiemos dejó de lado la lucha que lo caracterizaba. Los viejos radicales aseguran que priorizó “cobrar un sueldo” a hacer política en referencia a su prematura ida de un puesto electivo para pasar a un selectivo. Si el radicalismo se entregó a las manos de Mauricio Macri, el Ruso lo hizo a las de Nicolás Ducoté.

Hoy el Intendente es su jefe, pero en el 2013 fue su rival. Braillard recibió toda la confianza de los radicales de Pilar para ser el líder del partido centenario en aquellas elecciones legislativas. Secundando al “progresista” Miguel Gamboa, el por entonces estudiante de abogacía fue parte de una estrepitosa caída en las PASO ante el incansable Gabriel Lagomarsino.

Intentando dar sus primeros pasos en su carrera profesional, fue parte del estudio jurídico de su correligionaria Claudia Zakhem. Junto a ella trabajó en la defensa del femicida José Arce, quien hace casi nueve atrás planificó el asesinato de su ex esposa Rosana Galliano. Aunque también como lo hizo su ex jefa, tiempo más tarde se mostró en las multitudinarias marchas de “Ni una menos”. ¿Hipocresía? ¿O falta de memoria?

En su formación como abogado tuvo la oportunidad se ingresar al Juzgado de Familia N°1 de Pilar y trabajar de manera muy cercana con la Jueza, la Dra. Alejandra Claudia Velázquez. La misma que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios la suspendió y quedó a un paso de la destitución por estar denunciada de buscar mujeres embarazadas entre familias carenciadas, para acelerar el proceso de adopción de los niños a matrimonios acaudalados. Quienes asistían asiduamente a esa oficina pública, aseguran la cercanía entre Braillard y la acusada.

Para el 2015, el Ruso quería ser nuevamente El candidato de la UCR pero debió conformarse con ocupar el primer lugar de la lista de consejeros escolares. Fue elegido por el pueblo para ocupar ese lugar y así trasladar su lucha política para mejorar la educación, pero decidió ceder su lugar. Ducoté se lo pidió para “joven maravilla” Pablo Donoso y a cambio le entregó la Dirección de Juventud (¿sólo eso?). Parece poco para alguien que proyectaba ser el referente de un espacio tan importante como el radicalismo.

Paso el primer año, Braillard paso desapercibido descartando un rol protagónico en la educación local y siendo una figura inexistente en las luchas de los jóvenes como la del Boleto Estudiantil. “Hagan lío” les pidió Francisco a los jóvenes, no sería el caso del radical en cuestión.