18/05/2020 | Posibles estrategias para el resurgimiento de la economía local. Creación de mercados barriales "a la antigua" para priorizar la venta de productos locales. Por César Ortega.

La semana pasada hablábamos acerca de acciones que podría (y debería) encarar rápidamente la autoridad municipal para ayudar a sus vecinos a salir lo antes posible de esta situación asfixiante de economía de supervivencia.

Las acciones debieran ser producto de un profundo conocimiento del tejido económico del distrito. Existen tantas y tantas oficinas improductivas en la burocracia pública que seguramente se desconoce o no se cuenta con un registro de oficios, de artesanos (del menos al más sofisticado) de productores de alimentos informales, etc.
Si se contara con información aunque sea aproximada, una idea es, como decíamos semana atrás, la promoción de esos agentes económicos a los sectores mas dinámicos y demandantes que tiene Pilar, los barrios cerrados y clubes de campo. Aquí no hay ideología ni preferencias sociales sino mera conveniencia. Aprovechar la demanda de parte de un mercado de alto poder adquisitivo es ante todo oportunidad.

Las autoridades se han mostrado con actitud excesivamente protectora (con sobre actuación podría decirse) ante esta pandemia declarada. Poner en perspectiva los números puede ayudar a aclarar las cosas. Más de 80 contagios en un partido de más de 300 mil habitantes no parecieran una cifra inquietante. Siempre vale aclarar que cada vida cuenta, pero cuenta para cualquier situación de fragilidad sanitaria. ¿O es sólo el COVID 19 la única amenaza sanitaria en nuestra ciudad? ¿No lo es el dengue? ¿Las paupérrimas condiciones sanitarias bajo las cuales muchos vecinos viven desde décadas?

En este sentido es que cada vecino, el peluquero, el zapatero, el Kinesiólogo, el profesor de gimnasia, el que vende cualquier artículo declarado no esencial (¡esencial es para quien vive de esa actividad!) no percibe que las autoridades locales se acuerden de ellos.

El vivir en economía de supervivencia desactiva todo el tejido económico de un lugar. Si sólo importa consumir lo necesario para vivir y el resto no es importante y adoptamos esta postura como consumidores, la activación no llegará nunca y sólo seremos cada día más pobres. El municipio tendrá menos recaudación y mayor demanda de servicios de salud y alimentos.

¿Qué hacer mientras tanto?

Primero hace falta esa perspectiva. Reconocer que gran parte de nuestra población vive en lugares de poca densidad poblacional, que nuestra gente ya aprendió que debe cuidarse para cuando recurre a lugares cerrados o de mayor concentración. Porque sin esta visión, nada es viable y los protocolos famosos terminan siendo ritos inviables desde lo práctico y lo económico. Exigir condiciones de quirófano a un peluquero o depilado parece al menos fuera de la realidad económica. Cada uno sabe que debe tomar medidas, nadie desea exponerse, pero ¡la vida continúa!

La idea de crear mercados barriales “a la antigua” ayudaría naturalmente. Fomentar un espacio donde los productores de frutas y verduras, de granja, los que preparan alimentos, pastas, empanadas, frutas secas, muebles pequeños, etc, etc, puedan ofrecer diariamente sus productos de calidad supervisados por la autoridad municipal.
Cuanta necesidad hay de encontrar productos frescos a precios bajos (dada la ausencia de intermediarios) en nuestra ciudad. En las principales ciudades de países desarrollados existen aún.

Basta recorrer las cientos de puestos de esos mercados llenos de colores y aromas de productos locales de cercanía, para darnos cuenta la actividad que generan y su efecto positivo en quien trabaja día a día y en quien consume con confianza.

Miremos con confianza hacia adelante, seamos pretenciosos, queramos que nuestra gente viva mejor, duele mucho ver los rostros adustos de nuestros vecinos que hasta incluso hoy, se esquivan.

Allí mucho puede hacer nuestro señor intendente.

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