«En la recta final para las elecciones del domingo 9 de agosto, el candidato de la lista 2 del Frente Para la Victoria en Pilar, realizó su cierre de campaña con un acto multitudinario, a la altura del km 47 de la Panamericana, en su sede central», marcaba la crónica del 2015, describiendo el último día de campaña de José Molina, previo a su enfrentamiento con Humberto Zúccaro por la interna del FPV. Este 2017 lo vuelve a tener de pre candidato, pero ya sin esos miles de militantes que lo acompañaban, sin funcionarios oficiales, sin referentes provinciales del espacio que estén a su lado, ni siquiera con el apoyo de aquellos que llegaron de su mano al concejo deliberante de Pilar. Por eso, su cierre se limitó a una transmisión de Facebook que no atrajo a muchos ciudadanos.
A los que estaban a su lado hace tan sólo dos años atrás y hoy permanecen junto a él los invadió la nostalgia. En aquel momento gremios, militantes de todas las localidades, largas filas de micros parados sobre colectora y la calle Saraví, un escenario imponente, fueron todas postales del importante acompañamiento que Molina había recogido por su decisión de enfrentar a unos de los barones del conurbano, como lo era Zúccaro. Hoy, de cara a las PASO 2017, sólo hubo capacidad para sentarse en un cómodo sillón de su casa en un country de Presidente Derqui y hablar delante de una cámara.
https://www.youtube.com/watch?v=vDIa3OMYwu0%20
Con Marcia González y Juan Carlos Losada con caras largas, Molina tuvo que hacer lo que menos le gusta, hablar mucho tiempo para explicar sus ejes de campaña. Mostrándose incómodo, sumado al sonido bajo, pareció una idea que no tuvo el efecto deseado. Tal es así que la publicación no se guardó, para que aquellos que se perdieron el vivo y lo puedan observar luego.
Comparando el cierre del 2015 con el del 2017, Molina parece haber perdido la mística peronista. O por lo menos no están aquellos que tienen los militantes para brindarle ese apoyo, como los camporistas Lucía Portos y Juan Pablo Roldán. Ya tampoco cuenta con una de sus laderas históricas como lo era Marcela la Canaria González. Parte de su familia lo abandonó en su faceta política, su hija Eva y su yerno Damián Espíndola. Otro que decidió abandonarlo fue Darío Pascual, hoy funcionario de Nicolás Ducoté.
A tan sólo días de presentarse nuevamente a consideración del electorado de Pilar, Molina demostró que su poder de convocatoria se redujo a 50 ciber navegantes. Que como les ocurre con los viejos músicos, les llega el momento que deben dejar de aspirar a llenar a estadios para conformarse con tocar en pequeños bares de los suburbios. ¿El electorado de Pilar será quien le demuestre que es momento de colgar los botines? ¿Harán como el recordado Pato Pastoriza que lo sacó al Loco Gatti para poner al Mono Navarro Navarro Montoya y así lo retiró del fútbol?