Tras la detención del ex Secretario de Obras Públicas del kirchnerismo, José López, por los famosos bolsos del convento de General Rodríguez; la vida del empresario inmobiliario Eduardo Gutiérrez dejó de tener un andar tranquilo. El juez Daniel Rafecas decidió procesarlo porque consideró probado que fue “partícipe necesario” del enriquecimiento del ex funcionario nacional. No obstante, eso no le impidió seguir siendo el rey de la obra pública en Pilar. El Intendente Nicolás Ducoté seguió los consejos del gobierno nacional y continúo el lazo con Grupo Farallón. La pantalla elegida se llama Mario Montemitoli.
El promocionado, pero no implementado, Cambio no se llevó adelante en el área de obras públicas. Gutiérrez es socio del empresario amigo del Presidente Mauricio Macri, Nicolás Caputo, lo cual le garantizó la continuidad de su trabajo en Pilar junto al municipio. Claro que iba a ser chocante para la sociedad ver los camiones del Grupo Farallón luego de conocer que su propietario era el testaferro de José López. Entonces decidió sacar a la cancha otros móviles con el ploteo de Smith Molina o en su defecto Vialme SA.
Gutiérrez también aportó fondos a la fundación de Gabriela Michetti.
Es Mario Montemitoli la persona física que ha ganado todas las licitaciones (¿hubo?) en el distrito para el arreglo de calles y la colocación del ineficaz ionizado en diferentes barrios del distrito. Como socio de Gutiérrez se mantuvo en segundo plano, aunque allegados a la anterior gestión aseguran que siempre estuvo al lado del ex Presidente del PJ local. Esta situación de “fuerza mayor” lo hicieron saltar a primera plana.
“Quiero empresas que no sean del distrito”, aseguró en más de una reunión Nicolás Ducoté a la hora de referirse a contrataciones para las obras. Sin embargo, sus acciones en su primer año de gestión y las relaciones de Gutiérrez no parecen alejarlo a lo concretado por el gobierno de Humberto Zúccaro en la última década.
Desde la Comuna anuncian una catarata de inauguraciones para este 2017, por ello Montemitoli en nombre de su socio ya tiene lista la lapicera para seguir firmando más contratos y “mantener la olla” mientras su coequiper intenta aclarar su situación con la justicia.