Desde hace meses, y por no decir años, escuchamos y leemos en los medios esta opción recurrente casi planteado como una disyuntiva: Acuerdo con los acreedores o declaración de no pagar (default).
Entonces nos preguntamos, ¿y a mí en qué me afecta?
Tuve la oportunidad de vivir en otras sociedades, ni los medios, y por tanto el ciudadano común, tiene idea de semejantes complejidades macroeconómicas y financieras. Hasta me animo a decir que no les interesa. Claro quizás ellos no viven de fiado.
Pero ¿qué implica la “deuda”? ¿Qué pasaba si no había acuerdo? ¿Y ahora que se arregló?
Veamos por qué un país empieza a emitir deuda. La inmensa mayoría de los países recurren a endeudarse a largo plazo y aprovechar de un mercado de capitales necesitado de colocar sus fondos. Un país que quiere construir rutas u obras estratégicas en materia de educación o salud, lo mas lógico es no utilizar los fondos de los impuestos de hoy para esas obras que darán sus frutos durante muchos años en el futuro. Es mejor pagar de a poquito esa inversión. El problema empieza cuando los gobiernos se entusiasman y empiezan a vivir de fiado.
Vamos a nuestra realidad familiar, en algún momento de nuestras vidas quizá pedimos préstamos para alguna refacción de la casa o para cambiar el auto o construir una casa. Y si bien uno proyecta en función de sus ingresos actuales, nadie sabe qué nos depara el futuro y con cuáles ingresos afrontaremos esa famosa cuota mensual. La inflación, la reducción de los ingresos o su suspensión nos empujan a ir al almacén del barrio que nos conoce de toda la vida y empezar a llevar mercadería y que nos anote “la cuenta”. Todo puede ir más o menos bien pero si nuestra crisis de ingresos se agudiza no podremos cumplir con la promesa hecha al almacenero. Y ya sabemos bien que pasa si no cumplimos…no hay más compra de fiado. Dar la cara y explicar la situación alivia la presión pero no resuelve el problema, el almacenero nos pondrá sus condiciones para seguir “vendiéndonos de fiado», los límites, los días que tenemos que ir a pagarle, etc. Esta situación es la réplica de lo que sucede a nivel gubernamental o Estatal frente a sus acreedores.
No arreglar, es una catástrofe porque los acreedores nos anotan en la lista negra y le dificultan la vida crediticia y comercial a todas las empresas que comercian con el mundo. Desde la complicación de comprar cualquier insumo importado hasta gestionar plazos de pagos de esos insumos, porque la lista negra implica ser no confiable.
Acordar, como en nuestro ejemplo individual con el almacenero, es dar la cara y decir como le pagaremos. Alivia nuestra culpa, nos permite algo de aire pero si no encontramos salida a nuestra relación ingresos y gastos, el problema estará a la vuelta de la esquina. No sabremos a qué almacén ir a comprar de fiado.
Ah para nosotros ¿qué implica el acuerdo? Evitar cambiar de vereda cuando caminamos por el barrio.